El gran corzo del cerro
Este día nos enseñó que lo que importa es la constancia en el campo y por supuesto disponer de un equipo que no te defraude en los momentos más delicados. Por Ramón Gamazo
Publicada el 24/09/2020
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Debido a la buena suerte con los jabalíes que me estaba dando mi flamante conjunto del Sauer S100, Zeiss V6 2,5-15x56, puesto a tiro con las Geco Express, pensé también ponerlo a prueba con los corzos y dejar guardado mi antiguo Weatherby 270 para otra ocasión.
Llevaba varias semanas detrás de un gran corzo que nunca salía a las siembras y que solo comía dentro del monte en un cerro muy espeso de encinas, por lo que era muy difícil poder localizarle. Cuando intentaba cazar dentro del monte, debido a que estaba todo muy seco, hacía mucho ruido y siempre me localizaba, dando la consiguiente espantada. Apenas se dejaba ver entre los claros del monte a última hora de la tarde, lo que complicaba su entrada.

Pero una tarde de mayo que estaba cayendo una tormenta horrorosa, decidí irme al coto con mi amigo Manuel, porque tenía el presentimiento que en algún momento iba para de llover y se quedaría una tarde fabulosa. Efectivamente a las 19:30 paró de llover, aunque el cielo se mantenía muy encapotado, pero era el momento de entrar en acción.
Decidí ir en busca del gran corzo, cazando por dentro del monte, ya que tenía la ventaja de que estaba el suelo mojado y no hacíamos tanto ruido. Cuando estábamos llegando al final de una mancha de espeso monte, un corzo nos ladró, estaba tan cerrado que no podíamos ver en qué dirección venía el sonido. Con calma decidimos tumbarnos en el suelo y esperar a que algún movimiento suyo delatara su posición.
Con los prismáticos sin quitarlos de los ojos, intentábamos localizar el corzo por cualquier recoveco, cuando de repente una corza salió detrás de un matorral. Deduje que el macho no debía estar lejos. Quise anticiparme a la posible huida del animal y lentamente coloqué el Sauer encima de la mochila y esperé, esperanzado, que el macho saliera detrás de la hembra.
Teníamos un tiro lejano hasta la zona por donde cruzó la hembra, en torno a 385 m., por lo que ajusté a esta distancia los clics correspondientes de torreta balística en mi visor V6. Pasados unos minutos el gran corzo hizo su aparición por los mismos pasos de la hembra y nos dio una oportunidad de tiro que no podíamos desaprovechar.
Quité el seguro de mi rifle, respire profundamente y efectúe un disparo certero dejando el animal en el sitio.
Cuando llegamos al lugar, puede comprobar que efectivamente se trataba de un gran ejemplar. Un corzo adulto y con unos cuernos simétricos y perfectos.
Este día nos enseñó que quien la sigue la consigue y que no hay corzos difíciles, lo que importa es la constancia en el campo y por supuesto disponer de un equipo que no te defraude en los momentos más delicados.
Llevaba varias semanas detrás de un gran corzo que nunca salía a las siembras y que solo comía dentro del monte en un cerro muy espeso de encinas, por lo que era muy difícil poder localizarle. Cuando intentaba cazar dentro del monte, debido a que estaba todo muy seco, hacía mucho ruido y siempre me localizaba, dando la consiguiente espantada. Apenas se dejaba ver entre los claros del monte a última hora de la tarde, lo que complicaba su entrada.

Pero una tarde de mayo que estaba cayendo una tormenta horrorosa, decidí irme al coto con mi amigo Manuel, porque tenía el presentimiento que en algún momento iba para de llover y se quedaría una tarde fabulosa. Efectivamente a las 19:30 paró de llover, aunque el cielo se mantenía muy encapotado, pero era el momento de entrar en acción.
Decidí ir en busca del gran corzo, cazando por dentro del monte, ya que tenía la ventaja de que estaba el suelo mojado y no hacíamos tanto ruido. Cuando estábamos llegando al final de una mancha de espeso monte, un corzo nos ladró, estaba tan cerrado que no podíamos ver en qué dirección venía el sonido. Con calma decidimos tumbarnos en el suelo y esperar a que algún movimiento suyo delatara su posición.
Con los prismáticos sin quitarlos de los ojos, intentábamos localizar el corzo por cualquier recoveco, cuando de repente una corza salió detrás de un matorral. Deduje que el macho no debía estar lejos. Quise anticiparme a la posible huida del animal y lentamente coloqué el Sauer encima de la mochila y esperé, esperanzado, que el macho saliera detrás de la hembra.
Teníamos un tiro lejano hasta la zona por donde cruzó la hembra, en torno a 385 m., por lo que ajusté a esta distancia los clics correspondientes de torreta balística en mi visor V6. Pasados unos minutos el gran corzo hizo su aparición por los mismos pasos de la hembra y nos dio una oportunidad de tiro que no podíamos desaprovechar.
Quité el seguro de mi rifle, respire profundamente y efectúe un disparo certero dejando el animal en el sitio.
Cuando llegamos al lugar, puede comprobar que efectivamente se trataba de un gran ejemplar. Un corzo adulto y con unos cuernos simétricos y perfectos.
Este día nos enseñó que quien la sigue la consigue y que no hay corzos difíciles, lo que importa es la constancia en el campo y por supuesto disponer de un equipo que no te defraude en los momentos más delicados.
